domingo, 26 de febrero de 2012

La cena


Cada semestre repetíamos el mismo ritual. Los seis habíamos sido compañeros de facultad, y por azares de la vida nunca acabábamos de perder nuestra vinculación. Cada seis meses estábamos ahí: los 25 de febrero y los 25 de agosto.
Había ocasiones en que las fechas eran complicadas, pero contra todo pronóstico, los seis aparecíamos por arte de magia. La tertulia era amena, a veces alegre, a veces triste, compartíamos opiniones y discutíamos por ellas. Casi siempre la comida era exquisita, regada por un excelente vino. No hay muchos sitios a la orilla del Duero donde se encuentre un lugar con este encanto. El restaurante era coqueto, en una de las interminables cuestas de ese Oporto melancólico. 
Los años habían pasado para todos. Algunos nos hicimos más viejos, otros maduraban con gracia. Menos pelo, más barriga. Mejores zapatos y relojes. Más peluquería. El maitre del establecimiento nos fijaba siempre la misma mesa del escueto rincón, separado por un breve muro de pavés que hacía de frontera entre el comedor común y nuestro pequeño reservado.
Me gustaba recordar las sonrisas de ellos y de ellas. Me gustaba ver cómo, en medio de la comida atendían las llamadas de sus hijos, algunos ya adolescentes. Me entristecía cuando no nos iba bien a alguno de nosotros. Y nos alentábamos, aunque a veces sonaban vacías las palabras.

Hoy es 25 de febrero de 1.999. Este año me tocó a mí hacer la correspondiente reserva, incluso me atreví a elegir el menú y el vino, puesto que había realizado hacía semanas un curso de cata: “mesa para seis por favor Damián, como de costumbre...”

Tengo 72 años. No tengo especial prisa, pero sólo quedo yo por morir.  Nos hemos ido marchando de este mundo como lo hacíamos del restaurante. Sin hacer ruido y dejando huella en el resto.
Aquí estoy, en mi mesa, esperando yo por ellos, o ellos por mí. Cada vez más cerca de ese día en que volvamos a ser seis.



sábado, 25 de febrero de 2012

De la mano de papá

Al buscar un nombre para el blog, lo cierto es que lo tuve fácil. Esa expresión, custodia compartida, la llevo asociando a nuestro actual modo de vida a todos los niveles que podemos experimentar. 
El sentimiento de padecer una suerte de libertad vigilada en donde la última palabra parece que la tienes tú… pero que no acaba de convencerte (tomas una decisión y al segundo piensas “cómo he llegado hasta aquí?)
Para que me entiendas, y para explicarme mejor, te pongo el ejemplo de Europa en los últimos 48 meses:

Después de las múltiples medidas tomadas en nuestro país para evitar el colapso económico, independientemente del color político del gobierno que las tomare, aún permanece en mi interior la sensación de que no hemos hecho nada de lo que realmente estuviéramos convencidos. Bajo la mirada del Sr. Van Rompuy y del Sr Rehn (tutelados por Merkozy) hemos dado considerables pasos atrás en lo que conocíamos como Estado del Bienestar. 
Sólo por nombrar algunos de estos hitos, menciono la bajada real de nuestra capacidad adquisitiva, “flexifacilitación” del despido y abaratamiento de sus costes, más años de vida laboral y mayor periodo de cotización para optar a una pensión pública…
Empeoramiento de servicios públicos esenciales como la sanidad o la educación, ahí es nada (por mucho que traten de hacerme ver lo contrario) 
Sin olvidarme de la ya deteriorada inversión en Cultura, Investigación y Desarrollo y modernización tecnológica (la España 2.0 es la que tiene más usuarios de Redes Sociales… y el menor número de empresas que considera fundamental trabajar en la red…(hay gente que todavía no cree en esto del interné)
No quiero extenderme en este terreno.
Lo cierto es que todas estas modificaciones nos las han endosado con calzador, in-extremis e impuestas por terceras partes cuya principal motivación es que no se colapse nuestro sistema… para que sus bancos puedan recuperar los miles de millones de euros invertidos en nuestro país. 
Entiéndanme: no soy un euro escéptico. 
¿Pero hemos tomado las medidas correctas, o es sólo cirugía plástica?
Llevamos todo este tiempo de crisis y aún no se han barajado aquellas opciones que considero que son las más correctas, valientes y osadas:
¿Cuándo se va a poner fin a las duplicidades en las administraciones públicas? Pero de verdad. Sabiendo que son medidas dolorosas por pérdida de puestos de trabajo, pero que a la larga llevan lastrando las cuentas públicas desde hace mucho tiempo. ¿Por qué no se mancomunan ayuntamientos de baja población para ofrecer servicios a sus convecinos?
¿cuándo se va a fortalecer el sistema de educación pública? Fortalecimiento entendido como proceso por el cual se le exige al alumno mayor capacidad y esfuerzo para conseguir un nivel educativo equiparable al de países cuya balanza de pagos está inclinada hacia la exportación.
¿cuándo se va a perseguir seriamente el fraude fiscal a todas las escalas? El defraudador en España tiene un atractivo que no ha sido convenientemente desdibujado. El que no paga sus impuestos y deberes te está estafando a ti directamente, que sí los pagas religiosamente. Hay opiniones que dicen que gracias a la “economía sumergida” no ha habido revueltas sociales en nuestro país.
Bueno, yo digo que sin esta economía soterrada, al margen de la ley, en este país no había que haber tomado decisiones drásticas de recortes sociales. 


Vivimos en un momento en donde se nos conmina a a que “recortemos” nuestros gastos, para atender nuestras obligaciones financieras. 
Resulta que recortamos dónde más duele en lugar de hacerlo donde más debemos…
¿Y cuándo vamos a hablar de políticas de estímulo? Ah, eso no toca, ya nos lo dirá Durao Barroso, o Merkel, ó el FMI…
Hasta ese momento, lo que toca es recortar…

Un paseo

Natalia podía oír de fondo a los niños jugando abajo. Desde su apartamento en el tercer piso se podía contemplar una agradable ...