De Regreso.
Alios ego vidi
ventos; alias prospexi animo procellas -Yo
ya he visto otros vientos, y afrontado otras tempestades,
Marco Tulio Cicerón
Pi-Omega es un planeta con una fuerza gravitatoria
algo superior al resto de mundos de la Confederación. Buena climatología e
idóneas proporciones entre Carbono, Nitrógeno, Óxigeno e Hidrógeno. Pero era su
fuerza gravitatoria lo que marcaba el carácter de sus gentes. Y su fisonomía,
he de constar. Para evitar la tendencia al aplastamiento del esqueleto, después
de más de doscientas generaciones habitando este mundo, los humanos tenían una
estructura ósea algo más porosa y ligera, unida a una musculatura menos
flexible y más fuerte que en otros astros.
Corman estaba cansado. La rutina de la guardia
horaria era tremendamente monótona. Sus compañeros permanecían en las cámaras
de letargo inducido, dentro de los compartimentos de descanso individual de la
nave. Mientras, Corman calcula sin utilizar su reloj de iones el tiempo que
faltaba para retornar a Pi-Omega. Era un elemental cálculo que le facilitaba
permanecer activo mientras permaneciera en el puente de mando. A veces pensaba
que era estúpido establecer de forma ordenada los biorritmos de la tripulación
al ciclo de 29 horas estándar, pero luego reconocía la practicidad de mantener
ciertos hábitos ordenados durante la travesía.
Encima de la mesa de control, en el ábside que la
une al cristal magneto-cerámico, se podía observar Camaleón, y un poco más
arriba, la constelación de Antilia. Era la parte de la ruta que más le gustaba,
puesto que, tras el cristal de la nave, las figuras que forman aquel conjunto
de estrellas le resultaban tremendamente familiares. Verlas significaba que en
pocas semanas llegaría a casa, al olor del hogar y la familia.
Los sonidos irrelevantes del buque estelar eran
filtrados por su protector auditivo, pudiendo concentrarse en la bella imagen
que proporcionaba la ventana exterior. Haciendo uso de los módulos de ocio, y
tratando de encontrar algún libro-holográfico de su agrado, encontró unos
textos traducidos de la lengua más antigua de la que se guardan archivos
electrónicos, ni siquiera son textos tridimensionales. De la “lengua-madre” como denominaban los
eruditos apenas se conservan unos dos mil textos procedentes del Planeta
originario. Solicitó su traducción al confederativo.
“... Y surcando por última vez los ignotos mares,
mientras la tripulación duerme en bodega, yo, Ulises, abandono la lucha para
retornar a Ítaca...”
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